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¿Qué
opciones tiene la empresa? O actualizar sus máquinas a una nueva
versión de Windows (con el gasto que supone en licencias) o confiar
en Linux.
Confiar
en Linux tiene muchas ventajas: en la mayoría de los casos es un
sistema operativo gratuito, es seguro, es software libre, es fácil
de instalar y de utilizar, y en muchas de las necesidades que puede
tener una empresa media, ofrece soluciones alternativas de calidad a
los principales programas que la empresa utilizaba Windows XP. Dicho
lo cual, si decidimos migrar nuestros sistemas a Linux, deberemos
considerar lo siguiente:
¿Cuántos
y qué ordenadores vamos a migrar?
Cada
empresa es un mundo y por supuesto, no es lo mismo una microempresa
de cinco trabajadores que una pyme de cincuenta. Para decidir cuántos
ordenadores y qué ordenadores vamos a migrar a Linux, debemos
responder antes plantearnos las siguientes cuestiones:
- ¿Utiliza nuestra empresa una aplicación propietaria que no tenga equivalente en Linux? Y si es así, ¿En cuántos puestos de trabajo se está utilizando? ¿Tenemos posibilidad de remplazarla por una alternativa cloud?
- ¿Qué periféricos (impresoras, escáneres, webcams, etc.) estamos utilizando? ¿Son compatibles con Linux? En la mayoría de los casos Linux reconocerá automáticamente los periféricos, pero en realidad no tenemos la garantía al 100% de que será así.
- ¿Cómo trabajamos y cómo trabajan nuestros clientes? Una suite ofimática como LibreOffice sustituye en casi todo a Microsoft Office. Sin embargo si necesitamos trabajar con formatos propietarios como .docx tenemos que tener en cuenta que en los documentos más complejos la compatibilidad no será total (especialmente en una aplicación Excel).
Una vez hemos respondido a estas preguntas, hacemos las siguientes recomendaciones. - Comenzar el despliegue poco a poco. En primer lugar a aquellos usuarios que hayan trabajando antes con Linux o que tengan ciertos conocimientos tecnológicos. Serán ellos los que tras ir probando que todo funciona bien, puedas actuar como formadores para el resto de compañeros.
- Si hay una aplicación que utilizamos de una forma muy puntual y que no es un “MUST” es nuestro trabajo diario, siempre podemos dejar Windows XP en una partición que utilicemos únicamente para esa aplicación.
- Si esa aplicación es importante pero sólo la necesitan algunos usuarios, podemos escoger actualizar esos equipos a Windows 7 y si lo queremos, mantener una partición para Linux.
¿Qué
distribución vamos a escoger?
La
elección de la mejor distribución dependerá de nuestras
necesidades. ¿Necesitamos una distribución para servidores? ¿Cómo
vamos a desplegar las aplicaciones? ¿Necesitamos un entorno de
colaboración? ¿Tenemos personal especializado o necesitamos soporte
técnico?
Respondiendo
a estas preguntas podríamos determinar que existe casi una
distribución para cada tipo de empresa. Si en nuestra empresa por
ejemplo únicamente necesitamos tener una solución ofimática,
correo electrónico, acceso a Internet y alguna aplicación de
contabilidad, distribuciones sencillas y amigables para el usuario
como MAGEIA o UBUNTU,
es todo lo que vamos a necesitar.
Si
nuestra empresa es algo más grande, necesita una buena adminitración
IT, trabajamos con servidores para la gestión del correo
electrónico, el intercambio de archivos, etc. puede que nos interese
una distribución “más profesional” y con soporte técnico.
Opciones como Suse Linux Enterprise o Red Hat no sólo nos
planificarán la migración de nuestra estructura IT sino que nos
ofrecerán el soporte que necesitamos.
La
resistencia al cambio
Con
todo, es probable que las mayores dificultades no las encontremos
desde el punto de vista técnico, sino en los propios usuarios. El
“esto no funciona como Windows”, “dónde está el botón
inicio”, “no encuentro X”, “esto con Windows no me pasaba”,
etc. se van a empezar a acumular.
Para
evitar en lo posible que se de esta situación, la clave está en la
formación. Como comentábamos antes, un despliegue masivo e
inmediato sólo
puede conducirnos al mayor de los fracasos.
Empecemos con esas personas más curiosas por el mundo tecnológico.
Cuando esas personas se hayan acostumbrado al cambio, organicemos
charlas de formación en la que sean ellos los que expliquen a sus
compañeros cómo funciona el nuevo sistema.
La
formación tiene que basarse únicamente en lo que los usuarios
necesitan conocer para su trabajo. Nadie (salvo los administradores
IT) necesitan conocer los comandos de consola y probablemente nadie
(aunque no estaría mal comentarlo) necesita conocer la filosofía en
la que se basa el mundo GNU/Linux.
Hagamos
sesiones cortas y enfocadas hacia la productividad. Cómo se utiliza
el nuevo escritorio, cómo se gestionan los archivos, cómo se
utiliza LibreOffice, el correo electrónico, etc. A las pocas
semanas, todos los trabajadores se darán cuenta de que el cambio ha
sido para bien y sin necesidad de invertir un dineral en nuevas
licencias de Windows.
Fuente : muypymes
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