Atrevernos
a imaginar y poner en práctica un nuevo modelo socioeconómico
distribuido, a partir de: formas de producción P2P y modelos de
negocio basados en la colaboración y la inteligencia colectiva;
fomentar la cultura de la copia mediante el código abierto y las
licencias libres; o el crecimiento y la internacionalización en red;
todo ello dentro de un ecosistema regional cooperativo que ponga en
el centro a las personas y sus relaciones.
La mejor forma de resolver
el paro quizá no sea crear más puestos de trabajo;
internacionalizarse puede no implicar necesariamente abrir plantas de
producción u oficinas comerciales en el exterior; a lo mejor innovar
no es algo directamente proporcional a tener más patentes;
probablemente incorporarse a ámbitos productivos emergentes no
dependa tanto de importar talento como de propiciar las condiciones
para su desarrollo contextualizado en nuestro territorio;… En plena
crisis, necesitamos dejar de aplicar las mismas recetas e imaginar y
poner en práctica colectivamente nuevos modelos socioeconómicos, en
relación a la producción, la gobernanza y la propiedad. Superar la
parálisis producida por el desconcierto y atrevernos a mirar más
allá, para plantear medidas alternativas, atendiendo a las
tendencias emergentes, profundizando en las posibilidades de cambio.
Ante esta necesidad de
nuevos modelos, están surgiendo diversas alternativas, algunas más
continuistas o en transición, otras más disruptivas, casi todas
integrando y desarrollando las posibilidades de conectividad e
interacción derivadas del uso de las nuevas tecnologías.
Y probablemente el mayor
reto en la actualidad esté en decidir, en elegir qué apuestas
queremos hacer. Así, sin caer en maximalismos ni pretender modelos
unívocos y asegurando la diversidad y riqueza del ecosistema social,
sí debemos optar entre: apoyar(nos en) las diversas tendencias que
desarrollan las posibilidades de las redes y relaciones distribuidas
e interdependientes entre pares, que potencian la inteligencia
colectiva y la producción y gestión de valor común a partir de
infraestructuras, recursos materiales y repositorios compartidos; o
dejarnos arrastrar por las inercias recentralizadoras basadas en el
individualismo y el cercamiento de los recursos públicos-comunes,
para el control jerárquico y privatizado de la producción y
extracción de valor y renta.
Desde Euskadi debemos
elegir entre dar la enésima vuelta de tuerca a un modelo gastado o
sumarnos a hacer posible un cambio de paradigma cultural, social,
económico y político en base a lo común, lo libre, lo abierto y la
filosofía P2P. Un cambio necesario que es mucho más que otra
reconversión, ya que debe afectar a los sistemas
relacionales-sociales, a la gorbernanza, a la educación, a la propia
vida. Un cambio que se apoya sobre (a la vez que propicia) nuevos
modelos económicos distribuidos, en base a nuevos sistemas
organizativos, productivos y modelos de negocio.
Estamos en un momento de
oportunidad para afrontar ese cambio. Hay muchos movimientos a nivel
internacional que van articulando redes cada vez más densas y
eficientes. Existen proyectos que ya se están concretando a nivel
práctico demostrando su competitividad, que pueden servir como
ejemplos y casos de referencia (la 3ª
Revolución Industrial, el consumo
colaborativo, las licencias libres, temas de transparencia y
opendata, regiones en transición…). Y lo que quizá es más
importante -para que a nivel local esto no sea otra estrategia
prefabricada-, en Euskadi contamos con numerosas dinámicas
favorecedoras de este cambio y con agentes concretos, activos y
conectados con este movimiento global.
A continuación queremos
desarrollar brevemente los fundamentos de este posible nuevo modelo
socioeconómico; mostrar su potencialidad y competencia a través de
ejemplos concretos; contextualizar su posibilidad de desarrollo
local; y señalar algunas cuestiones y acciones desde las que empezar
a trabajar para conseguir que Euskadi sea, por qué no, el
lugar más copiado del mundo.
1.- Hacia un nuevo
modelo socioeconómico basado en el P2P
El P2P, más allá de un
protocolo de intercambio de archivos digitales, es toda una filosofía
sobre un cambio de paradigma en la manera de
organizarnos-compartir-producir-conversar en red, de forma
distribuida, conectando personas e iniciativas, local y globalmente.
Una apuesta por la apertura, la descentralización y el
empoderamiento colectivo, que tiene su reflejo en toda una emergente
y diversa tipología de iniciativas. Desde nuevas formas de
producción y consumo, hasta sistemas de gobierno transparentes y
horizontales, pasando por el diseño participativo de procesos
sociales, o la puesta a libre disposición de todo tipo de
información y conocimiento.
El P2P propone un nuevo
modelo socioeconómico basado en las redes y relaciones entre pares,
Un modelo que no surge de la nada, sino que hunde sus raíces en
prácticas comunitaristas y tiene su referente más cercano en
experiencias prácticas como las comunidades de desarrollo de
software libre basadas en cuatro libertades: 0.- copia y utilización;
1.- acceso código fuente (programa, patrón, diseño, metodología,
manual); 2.- modificación, mejora, derivados y nuevas aplicaciones,
remezcla; y 3.- comunicación pública, distribución, explotación.
Un modo de hacer que ha desarrollado una ética, la ética hacker,
basada en el acceso libre, reproducción y distribución del código
fuente -la información y/o conocimiento, ya sea en forma de un
patrón, un diseño, una metodología, una programación, un manual
didáctico, de cualquier producto, servicio o actividad-, de manera
combinada con otros valores como pasión, libertad, conciencia y
compromiso social, flexibilidad, creatividad o accesibilidad, además
de una actitud ecológica que se resume en la premisa «Ningún
problema debería resolverse dos veces». Una ética que pone en el
centro a las personas y las relaciones entre ellas y con su entorno;
que prioriza el uso sobre la posesión, el entusiasmo sobre la ética
protestante propia del Capitalismo.
2.- Otra forma de
producir para crear valor común
Las nuevas tecnologías y
sus usos han favorecido determinadas dinámicas y formateado nuevas
maneras de relacionarnos que están teniendo un gran impacto sobre
nuestras formas de producir, tanto en ámbitos inmateriales, ligadas
por ejemplo a la creación cultural, el software, la investigación
científica o la educación; como materiales, ligadas a la producción
de objetos, la robótica, la construcción, la agricultura, la
automoción, etc.; superando en todos los casos la tradicional
división entre saber-hacer-utilizar-consumir, característica del
sistema imperante en la actualidad.
Esto aun sólo parece ser
un espejismo para muchas entidades que siguen instaladas en el modelo
productivo tradicional y que o no se ven capaces o aun no sienten la
urgencia de adaptarse a las formas de innovación y producción en
red propias de la economía distribuida. Empresas que han sido y en
muchos casos siguen siendo grandes (en muchos sentidos), pero que
parecen sumidas en la melancolía, sin saber reaccionar ni poner en
valor su conocimiento y experiencia, esperando que el modelo en el
que están instaladas termine de agotarse (extinguiéndose con él);
al tiempo que ven como son devoradas por ese monstruoso y fascinante
BRIC, mucho más
ágil para competir a precio en economías deslocalizadas de gran
escala y que absorben la innovación sin ningún tipo de prejuicio ni
peso histórico.
Pero del languidecer de un
modelo surge otro. Así, también hay empresas tradicionales que
desde su compleja encrucijada si están afrontando el cambio; y
prolifera toda una nueva tipología de organizaciones bajo la lógica
P2P; (no sólo) empresas, pequeñas, especializadas, que más allá
de la economía de gran escala, se fundamentan en economías de
alcance, el principio de la larga cola, de los micronichos, la
producción bajo demanda o los mercados localizados; y se centran en
dar soporte y servicios personalizados, adaptándose a las
necesidades de l*s consumidor*s finales, según las prioridades de
las comunidades en las que se enmarcan. Empresas que juntas están
definiendo ese nuevo modelo por venir. Arriesgando, probando, muchas
veces fallando, pero también acertando, porque vivimos un momento de
transición, un tiempo para el prototipado, para aprender unas
de(con) otras e ir aplicando-adaptando lo aprendido.
Nuevas organizaciones
profesionales que combinan el espíritu empresarial (desde la idea de
empresa como tomar la iniciativa, arriesgarse, comprometerse con
determinación en un reto que entraña dificultad); con modelos
organizativos, de relaciones y de propiedad más horizontales y
cooperativos; centradas en remunerar el trabajo y premiar la
innovación y la mejora-adaptación continua; y cuyo objeto no es la
acumulación de capital, sino la creación y distribución de
recursos comunes.
Entidades que superando la
producción lineal, el posfordismo y tratando de desarticular la
lógica perversa del capitalismo cognitivo; producen en común,
colaborativamente, desde la distribución de tareas y el desarrollo
de sistemas emergentes, aplicando metodologías de desarrollo ágil y
extreme manufacturing;
y comparten recetas que copiar, mejorar y adaptar. Desde el
conocimiento libre, las redes distribuidas y la alta productividad a
pequeña escala en macro-repositorios virtuales comunes, aplicados a
micro-entornos de producción y consumo. en torno a un número
emergente de espacios de co-trabajo, makerspaces,
fablabs, hubs
y centros sociales vinculados a la innovación social.
Toda una red de agentes
que saben que los medios de producción se están generalizando y
haciendo accesibles para todo el mundo; que esto está poniendo en
cuestión no sólo ya los modelos de negocio tradicionales, sino lo
que es más significativo, las formas clásicas de creación,
producción y legitimación a lo largo de toda la cadena de valor; y
que para bien (o para mal) ya nada volverá a ser como antes.
3.- No es una
utopía, está siendo ya una realidad
Estas nuevas empresas P2P
dan cada día pequeños-grandes pasos contribuyendo con sus
prácticas, productos y servicios, a que la economía distribuida se
constituya como un modelo alternativo al actual, lleno de
posibilidades reales.
Así, el modelo se está
desarrollando gracias a aportaciones teóricas que cada vez tienen
mayor impacto; no en vano en 2009 se concedió el premio Nobel de
Economía a Elinor Ostrom por sus aportaciones al gobierno de los
bienes comunes, y personas como Yochai Benkler, Don Tapscott, Michel
Bauwens, Henry Chesbrough, Chris Anderson, Tim O’Reilly, Rachel
Botsman o Pekka Himanen, han ayudado a popularizar ideas como la
producción P2P, las wikinomics,
la innovación abierta, la cultura crowd,
el movimiento maker,
el consumo colaborativo o la ética hacker.
Pero sobre todo, cada vez
hay más casos demostrativos -quizá aun poco significativos para los
indicadores tradicionales con los que medimos las cosas, como el
PIB-, pero cuyo desarrollo exponencial hace que ya no pasen
desapercibidos. Ilusionantes ejemplos prácticos que son de gran
ayuda para visualizar y promover este nuevo modelo y que sea
asimilado socialmente de forma generalizada más allá de los
círculos expertos.
A partir del caso
paradigmático de la comunidad de desarrollo de Linux
-que ha hecho que el software libre se vaya imponiendo en sistemas
operativos, programas y aplicaciones frente al software privativo-,
el modelo productivo P2P se ha ido expandiendo, adaptando y
diversificando. Desde algo ya tan habitual en nuestras vidas como la
Wikipedia, el mayor
repositorio de conocimiento libre creado colectivamente, que terminó
con la histórica hegemonía de la Enciclopedia
Británica a la vez que con la apuesta de
enciclopedia digital de Microsoft, Encarta.
Pasando por proyectos relacionados con grandes ámbitos industriales
como la automoción o la fabricación de maquinaria pesada como:
Wikispeed, el primer
prototipo de un deportivo de bajo coste y alta eficiencia energética
desarrollado comunitariamente bajo licencias libres y listo para su
producción por pequeños talleres locales; u Open
Source Ecology, que trabajan en el diseño
abierto de 40 máquinas industriales básicas para desarrollo
autosostenible de la vida, como un generador eólico, un tractor o
una máquina de hacer ladrillos. Y así, un sin fin de casos
relacionados con el hardware libre y la producción material como
Arduino o la
impresora 3D de fabricación aditiva Reprap;
con el desarrollo de infraestructuras de telecomunicaciones como
guifi.net; con la
circulación de una moneda de curso legal, autónoma y de flujo
global como Bitcoin…
¡La lista de ejemplos crece a cada momento!
Tanto es así, que incluso
todo esto ya está afectando directamente a las políticas de grandes
gobiernos o a las estrategias de mercado de corporaciones
transnacionales, con el quizá más representativo ejemplo de la mano
de los EE.UU., que con informes específicos desde la Casa Blanca y
campañas de inversión como We Can’t Wait,
están analizando e impulsando con urgencia la manera de adaptarse a
este nuevo modelo socioeconómico distribuido y sistema productivo
P2P, para mantener su competitividad a nivel global.
4.- De lo que
somos a lo que podríamos llegar a ser
Euskadi, como otras muchas
regiones que han vivido (y viven) principalmente de la industria,
está experimentando un complejo momento de reconversión (uno más
tras el de los 70-80) que deberíamos afrontar como un profundo
proceso de cambio. Y este proceso debemos y podemos hacerlo a partir
de lo que ya somos, poniéndolo en valor a la vez que superamos
nuestro cierto acomodamiento, tradicionalismo y autorreferencialidad,
para proyectar desde ahí lo que podríamos llegar a ser.
Somos un pueblo de
tradición industrial, con profesionales con formación y oficio en
campos técnicos (ingenierías, diseño industrial, mecánica,
materiales…) y contamos con algunas empresas referenciales,
innovadoras, líderes en sus sectores a nivel internacional. Pero
también es cierto que en general, institucional y empresarialmente
no se ha apostado suficientemente por la creatividad y la innovación
(disruptiva), sino que provenimos y seguimos instalad*s en gran
medida en una cultura de la calidad, del saber hacer, de la
adaptación y la mejora. Este mismo síntoma se da dentro del sistema
educativo -base fundamental de toda sociedad-, demasiado rígido y
formal, que sigue primando la profesionalidad-empleabilidad sobre
otros valores como la autonomía, la curiosidad, el espíritu
(auto)crítico, la iniciativa emprendedora, lo colaborativo o el
ingenio (base de las ingenierías en las que tenemos tanta tradición
curricular). Es cierto que en los últimos años se ha producido
cierto giro institucional (para nada suficiente y en muchos casos más
retórico que práctico y contextualizado) y han aparecido entidades
como por ejemplo Innobasque, que intentan catalizar, potenciar y
poner en valor la cultura y las prácticas alrededor de la innovación
(ecosistema innovador y Red Vasca de Ciencia
Tecnología e Innovación, dinámica del 4º
Sector, ecoinnovación, sociedad
efisaludable…).
También contamos con un
tupido tejido de pequeñas empresas auxiliares y talleres
especializados, que han sido dependientes de grandes empresas y ahora
tienen que reinventarse ante la desaparición o deslocalización las
mismas. Una oportunidad para experimentar con otros modelos de
interdependencia, colaboración local-internacional o generación de
proyectos bajo una propiedad común.
Por otra parte, tenemos a
nuestro favor una importante tradición cooperativista, con numerosas
empresas agrupadas en Konfekoop, que emplean a más de 56.000
personas; destacando el caso paradigmático de la Corporación
Mondragón, referencia internacional que está en pleno proceso de
redefinición tanto de sus mercados y actividades, como de su propio
modelo cooperativo. A esto se suma un importante movimiento alrededor
de la economía y la innovación social, desde la economía
alternativa y solidaria articulada a través de REAS o empresas de
inserción sociolaboral desde Gizatea y EHLABE. Todo esto hace que
haya una conciencia del trabajo como elemento de transformación y
cohesión social, más allá de su convencional función asociada a
la producción de valor económico.
Y lo que quizá es más
importante, Euskadi tiene una sociedad civil con iniciativa, con
movimientos sociales muy activos, comprometidos con el desarrollo de
bienes comunes, vinculados a la ecología, al auzolan, al feminismo,
al euskera, a la participación ciudadana o la vida política. Una
sociedad que está experimentando una importante e ilusionante nueva
fase de apertura y convivencia, tratando de afrontar colectivamente
nuestros conflictos, superando un largo y traumático periodo de
violencia que nos ha separado y enfrentado, que ha monopolizado la
agenda social y política durante demasiado tiempo.
Además, ya contamos con
muchos grandes y pequeños agentes de todo tipo, inmersos en estas
dinámicas, investigando y elaborando propuestas prácticas. Casos
como ESLE, MIK, Irekia, Las Indias, ColaBoraBora, guifi.net,
BilbaoMakers, Arteklab, Hackelarre, GoteoEuskadi, BasqueOSE,
Cibersity, Conexiones Improbables, APTES, Farapi, NER Group, Arbela,
Shareak, mecambio, EHNE, Katilu, Desazkundea, Ekoliderrak, Bagara,
Zaramari, Tabakalera, Aprendices, Lan Irekia, Blogariak,
Wiki-historias y un largo etcétera. Y personas que desde la
administración, el entorno privado y la sociedad civil, ya tienen en
su adn o se están
acercando al P2P, con capacidad para articular y dinamizar el proceso
de cambio hacia un modelo socioeconómico distribuido.
5.- Así que…
Este artículo ya se está
alargando demasiado y no queremos caer en la retórica, por lo que
para terminar vamos a lanzar algunas propuestas sobre cómo avanzar
estratégicamente hacia esa idea de Euskadi
como el lugar más copiado del mundo.
- De las patentes cerradas a las licencias libres: Las patentes se han impuesto como uno de los indicadores para medir la innovación de manera homologada, cuando no son más que una cárcel para la misma. La idea de proteger-cerrar el conocimiento para extraerle valor se está demostrando cada vez más fallida, ya que su cercamiento impide su desarrollo colectivo (el desarrollo privativo no sólo está resultando insostenible económicamente, sino que está haciendo que muchos productos y servicios dejen de ser competitivos frente a los que se están desarrollado de manera abierta). Y en todo caso, cada vez resulta más complicado poner puertas al campo, ya que los acelerados avances tecnológicos hacen que cada vez sea más difícil proteger el conocimiento de su copia y distribución (o la inversión necesaria para hacerlo no resulta rentable).Pero para funcionar en abierto es necesario todo un cambio de mentalidad, desaprender y salir de la lógica competitiva en que estamos inmersos, para desarrollar una lógica cooperativa -que va mucho más allá de la forma jurídica-, basada en compartir, intercambiar y crear colectivamente. Abrir el código pensando no sólo en que nos pueden copiar, sino en lo que mejoraremos gracias a las aportaciones de los demás al copiarnos, y todo lo que a su vez nosotras podremos copiar también. A nivel práctico es necesario promover el desarrollo y uso generalizado de licencias libres, cada vez más diversificadas y adaptadas, con distintas características, posibilidades y restricciones según su aplicación. En este sentido debemos ser conscientes de que Euskadi históricamente no se ha caracterizado por sus grandes innovaciones, sino más bien, reconozcámoslo, hemos copiado, adaptado y mejorado.Desde la copia también se genera innovación (incremental) y eso lo hemos sabido hacer muy bien… Pero renegamos de esa cultura de la copia, no nos atrevemos a dar el salto hacia lo abierto y nos seguimos aferrando a las patentes cerradas, cuando ahí tenemos muy poco que ganar. Así que ¿por qué no reconocer, poner en valor y fomentar nuestra cultura y economía de la copia en vez de renegar de ella?… Esa apuesta por un cambio de modelo alrededor de lo común, libre y abierto es la base del argumento que da título a este artículo y donde en todo caso se encuentra la posibilidad de una innovación radical.
- Nuevos modelos de negocio basados en lo común, libre y abierto: Uno de los principales retos de la economía distribuida a nivel internacional es encontrar formas de monetizar las prácticas para hacerlas sostenibles y perdurables en el tiempo, para que además de ser parte fundamental de la economía informal, también puedan serlo de la formal. Precisamos de nuevos modelos de negocio basados en la rentabilización de la abundancia de bienes comunes producidos colectivamente -un ‘exceso’ de producción que genera muchas contradicciones dentro de un sistema de mercado tradicional basado en la escasez (una malentendida relación entre oferta y demanda que devalúa el trabajo en vez de valorizarlo y nos autoprecariza como productores).
- Red distibuida vs crecimiento centralizado: Queramos o no, nuestro tejido productivo está compuesto en gran medida y de manera creciente por estructuras nano-micro. Algo que pudiéndonos parecer un problema de escala podría terminar por ser una ventaja competitiva, si consiguiéramos aumentar la conectividad entre agentes, a la par que su grado de especialización, capacidad de adaptación y agilidad para entrar y salir de distintos ámbitos. Para ello, debemos atrevernos a pensar en el desarrollo del tejido económico como en una red distribuida, no basada única ni principalmente en el tamaño de los nodos-agentes, ni en su forma jurídica, sino en la densidad de la red y las relaciones de confianza entre nodos; en la especificidad, calidad, diversidad, innovación de sus proyectos; y en la capacidad de activar las conexiones-agenciamientos temporales, y conectar (otras) realidades. Probablemente no se trate tanto (o sólo) de tener unas cuantas empresas tractoras, sino de muchas organizaciones dinamo. Así que ¿por qué no empezamos a pensar en la dimensión como algo más vinculado a las conexiones que al simple tamaño?
Y estos modelos de
negocio los estamos inventando-definiendo sobre la marcha, poco a
poco, pero necesitamos que cojan cuerpo y se diversifiquen con mayor
rapidez, del mismo modo que lo están haciendo los modos de
producción y consumo. Para ello hay que dedicar tiempo y recursos a
la investigación y definición de modelos de negocio específicos y
su aplicación y experimentación práctica sobre el contexto
mediante experiencias piloto. Es necesario apostar por grupos de
investigación interdiciplinares (personas del ámbito de la
economía, el derecho, la sociología, la empresa, la creación, la
filosofía…), combinando el conocimiento teórico, con el técnico
y con el derivado de experiencias prácticas reales. Así que ¿por
qué no sumarnos desde Euskadi a esa apuesta por el desarrollo de
los tan necesarios nuevos modelos de negocio y ser así partícipes
de la emergencia de este nuevo paradigma P2P?
- Internacionalizarnos sin salir de casa: La globalización basada en la deslocalización de la producción, permitida por los transportes baratos gracias a la sobrexplotación de combustibles fósiles, está dejando, no ya de tener sentido (nunca lo tuvo), sino de ser sostenible. Las prácticas P2P de código abierto abren una nueva perspectiva para la internacionalización (otro de los mantras de la economía productiva en la primera década del sXXI) en muchos ámbitos de la producción, potenciando dinámicas de grupos pequeños a escala global.
- Un ecosistema regional cooperativo basado en las personas: Un nuevo modelo socioeconómico necesita de una nueva forma de planificar el desarrollo del territorio, terminando con la competitividad entre ciudades-regiones, para pasar a una fase de colaboración y complementariedad de nodos en red.Para ello deberíamos plantear la transición de los territorios-marca (principalmente ciudades), con modelos de gobernanza corporativos que entienden a la ciudadanía como fuerza de trabajo y las periferias como no-lugares subordinados para sus grandes infraestructuras y externalidades; hacia un ecosistema regional, inclusivo y equilibrado, entendido como un rico entramado rurbano, en el que se recupera la escala humana y la armonía con la naturaleza, se integran espacios para el trabajo y la vida, y tienen lugar distintos y complementarios tipos de actividades, industrias y servicios.Un territorio, que si quiere ser inteligente, innovador y creativo, debe apostar definitivamente porque en primer lugar lo sea su ciudadanía, poniendo en el centro a las personas, potenciando su iniciativa, sus intereses y capacidades. Para que esto se de en Euskadi, es necesario un cambio radical en las políticas públicas y las relaciones inter-intra-institucionales; yendo más allá del provincianismo autorreferencial, a través del dialogo, la cooperación y la articulación de planes conjuntos que hagan por superar barreras y fronteras (físicas, mentales y administrativas); aumentando las sinergias entre administraciones, imaginando nuevas formas de interdependencia y reciprocidad, sabiéndonos parte de un todo. Así que ¿nos ponemos de una vez a trabajar de verdad en común para hacer posible un territorio de oportunidades distribuidas que nos beneficien colectivamente y generen riqueza para todas?.
- El tiempo de lo co- y lo crowd: Un modelo socioeconómico P2P se basa en la colaboración entre personas para la identificación y resolución de retos comunes, desde la inteligencia colectiva, la co-creación y la producción cooperativa entre iguales. Se trata de pensarnos como una multitud que pone en valor a los individuos que la componen, desarrollando su libertad y autonomía en interdependencia, dentro de una o varias comunidades: desde el liderazgo distribuido, las normas negociables, distintas formas de implicación y niveles de compromiso, o atendiendo al flujo y la gestión equilibrada de capitales (financiero, simbólico, relacional, técnico, ecológico…). Para conseguirlo son necesarios espacios, procesos y metodologías que favorezcan la interacción y la colaboración.Espacios físicos y digitales de co-working, hackspaces o fablabs, renovadas bibliotecas, centros cívicos y espacios sociales, todo ello conectado con colegios, centros de formación profesional, universidades, con otros polos de conocimiento formal e informal, con empresas y comercios, con los medios de comunicación, y sobre todo, con la vida ciudadana en la calle. Lugares donde entrenarnos para idear, adaptar y documentar prácticas abiertas, a partir del encuentro y la conversación, de la hibridación y la remezcla, del aprendizaje y el conocimiento compartido, de la generación de prototipos, de la prueba-error, de la interconexión de lo micro con lo micro y con lo macro, dejando espacio para lo caótico, lo emergente, el deseo, lo inesperado, lo emocionante… Decir que queremos colaborar es sencillo, pero no nos resulta tan fácil ponerlo en práctica.Así que ¿nos esforzamos por contravenir años y años de educación competitiva, para redescubrir el potencial positivo de colaborar?
- No hay producción sin reproducción: Aunque este artículo está centrado en la dimensión productiva del desarrollo de un nuevo modelo socioeconómico P2P, no debemos olvidar en ningún momento, que el sistema de producción debe estar subordinado al desarrollo de una vida que merezca la pena ser vivida.
Estamos encaminándonos
hacia un modelo donde, lejos del proteccionismo y de mercados
cerrados, se trata de abrirnos completamente. Internacionalizar de
forma deslocalizada y distribuida la creación, el diseño, la
producción de conocimiento y su puesta en valor a través de
repositorios virtuales de uso común; mientras que la producción
material y el consumo se enraízan y adaptan a prácticas y mercados
locales. En definitiva, un modelo de internacionalización que
relocaliza la economía y retoma el sentido de su acepción
original: administrar la casa. Así que ¿nos
paramos un momento a pensar qué tiene sentido internacionalizar,
qué relocalizar y cuáles podrían ser otras posibles formas de
internacionalizar(nos)?.
Por eso, no queremos
terminar sin señalar que no se trata de cambiar para que todo siga
igual, sino que esta debe ser ante todo una oportunidad para
abandonar nuestro frenético y patológico ritmo, afrontar una
distribución justa del tiempo de trabajo y la distribución de
tareas, y atrevernos a poner en juego definitivamente los afectos y
cuidados, la ayuda mutua y los desahogos sin los cuales es imposible
imaginar una vida en común. Todo eso que lleva años susurrándonos
la economía feminista y que seguimos sin querer escuchar, porque
sólo reaccionamos cuando nos gritan. Así que, pensando en que el
orden de los factores sí altera el producto y sin que una cosa
quite la otra, sino que al revés, probablemente la potencie ¿nos
atrevemos a pensar en nuestro modelo productivo anteponiendo la
afectividad a la efectividad?
6.- ¿Por dónde
empezamos?
Todo este movimiento de
cambio ya está en marcha, lleva tiempo sucediendo y quizá es el
momento para tratar de articular(nos) mínimamente y buscar cierta
incidencia en la sociedad en general, en las políticas públicas y
en los debates sobre modelos de productividad y competitividad a
adoptar en este momento de crisis.
Para ello lo primero
podría ser identificar-mapear los agentes implicados en Euskadi en
estas cuestiones: las entidades con posibles competencias; y redes y
planes a nivel internacional con los que engarzarlo. Un proceso para
reconocernos, para debatir puntos de vista, para federar ilusiones,
capacidades complementarias, recursos, y así poder pensarnos en
común. Un tiempo para poner a prueba algunos prototipos en ámbitos
diversos, que nos sirvan para, desde la reflexión en acción, ir
dando pasos prácticos en el diseño e implementación de este nuevo
modelo; socializar las experiencias, aprendizajes, aciertos y fallos,
y generar transferencia.
En definitiva, crear un
marco que dote de sentido las relaciones y el trabajo en común,
buscando una incidencia y visibilidad articulada, tratando de evitar
el riesgo de que en la efervescencia del momento, cada agente (por
unos motivos o por otros o simplemente por inercias) intente
centralizar intereses. Porque la única manera de pensar y crear un
modelo socioeconómico basado en lo distribuido, es hacerlo de forma
distribuida.
Así que ¿nos
atrevemos a juntarnos, imaginar y practicar en común, el cambio
estratégico de modelo de producción hacia una economía
distribuida?
Fuente : colaborabora
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