En
la capital alemana, cada vez más establecimientos aceptan los pagos
en esta moneda virtual alternativa que hasta ahora sólo se utilizaba
para comprar por Internet. Debe su éxito al amplio movimiento de
protesta contra las instituciones financieras tras el surgimiento de
la crisis, pero también a unas ventajas económicas reales.
Graefekiez,
Berlín, agosto de 2013. Como todos los martes, en el canal resuenan
las características voces del mercado turco. Los berlineses que
deambulan entre los puestos ceden a las irresistibles ofertas de
última hora. Así, Mikaela compra un kilo de pescado, a "tres
euros", como indica el letrero, y paga en efectivo, en mano. Ni
ticket, ni caja. La transacción no deja ningún rastro visible, a no
ser por la bolsa que se lleva Mikaela llena de pescado chorreante.
A
doscientos metros más al sur, en el mismo barrio, Brand disfruta de
un latte macchiato en el mostrador del Floor’s Café. Cuando va a
pagar, saca su smartphone, hace una foto del código QR que aparece
sobre la pantalla de la caja, marca un número, pulsa "ok"
y se marcha. Él tampoco ha dejado ningún rastro al pagar. O casi.
Un software ha transferido el dinero de su cuenta en Internet a la
del café y la operación figura en la "cadena de bloques"
o blockchain, el diario que enumera las transacciones por orden
cronológico. Este joven de 32 años no necesita tarjeta de crédito
ni cuenta bancaria. Los datos de la transacción se encuentran en un
lugar seguro de la cadena, protegidos por procesos criptográficos
extremadamente rigurosos que impiden que cualquiera pueda acceder o
modificar la cantidad, la procedencia o el destino.
Una
moneda cada vez más extendida
Así es el milagro
del bitcoin, la moneda virtual que hace furor aquí, en
Berlin-Kreuzberg. Cerca de 25 establecimientos comerciales, sobre
todo bares, pero también hoteles, restaurantes y pequeñas tiendas
de electrónica y papelerías, aceptan esta moneda virtual.
Actualmente,
la cripto-divisa se cotiza muy alto: un bitcoin equivale a cerca de
78 euros, lo que quiere decir que un café tan sólo cuesta alrededor
de 0,02. Con ella se puede comprar cualquier cosa, al menos en
teoría: casas, coches, ordenadores, ropa. Si bien responde en todos
los sentidos a los criterios de una divisa, como reconoció
recientemente el juez texano Amos Mazzant, el bitcoin escapa
totalmente al control de los Gobiernos y de los bancos centrales, que
empiezan a preocuparse por su difusión en constante aumento.
Sentado
sobre su Vespa blanca delante del Floor’s, Brand explica en pocas
palabras cómo funciona el sistema Bitcoin. En su opinión, se trata
de una elección responsable, como adquirir un producto biológico en
lugar de un producto de bajo coste. Con su smartphone en la mano
derecha, accede a la aplicación EasyWallet: basta con hacer una foto
del código QR del bar, introducir la cantidad solicitada, pulsar OK,
y el pago ya está hecho. "Pago en bitcoins al menos dos veces
al día, en la comida o el café. No sé si el bitcoin será la
moneda del futuro, pero sin duda se impondrán las monedas que se
basan en la tecnología de Internet. Quizás existan varias, pero
tengo la impresión de que es una evolución inexorable",
analiza.
Una
divisa alternativa
La
propietaria del Floor’s Café se llama Florentina Martens. Esta
joven de 26 años, neerlandesa de nacimiento, anteriormente
estudiante de Bellas Artes en Berlín, montó su pequeña empresa de
restauración y defiende a capa y espada el bitcoin. Para ella, todo
empezó mientras trabajaba de camarera en un bar cercano, en el que
se podía pagar con la moneda alternativa. "Al principio casi me
molestaba, no entendía bien el funcionamiento y cuando alguien
quería pagar en bitcoins, no me sentía cómoda". Después,
cuando decidió abrir su propio bar, se dejó convencer por unos
vecinos, se registró y decidió aceptar los pagos en esta moneda que
antes le resultaba un fastidio. Un software y un código QR es
todo lo que necesita el cliente. De momento, Florentina aún no ha
cambiado sus bitcoins en euros. Todo lo que gana en moneda virtual,
lo invierte en el barrio.
Al
principio no eran muy frecuentes los clientes que pedían pagar en
bitcoins: pero hoy atiende todos los días a clientes que pagan en
esta moneda cualquier cosa, ya sea un café, un pastel o un sándwich.
"No son ‘empollones’ con gafas y coleta. Y se trata tanto de
hombres como de mujeres, la mayoría jóvenes, procedentes de
entornos alternativos", explica. Para ella, como para casi todos
los demás "bitcoiners" entrevistados por Linkiesta, la
motivación principal es el rechazo a los bancos privados y a las
políticas monetarias de los bancos centrales en general, avivado
sobre todo durante la crisis. Al estar "descentralizada",
la moneda alternativa se considera un medio más en consonancia con
los tiempos y más cercana a los consumidores.
No
es ninguna casualidad que esta experiencia se esté desarrollando en
Graefekiez, un barrio de tamaño modesto, dotado de un alma y una
estructura económica muy características. La historia comenzó en
Room77, "el restaurante en los confines del capitalismo",
que, a comienzos de 2012, empezó a ofrecer a los clientes "cerveza
caliente, mujeres frías y cocina fast-food servida a ralentí"
(tal y como se puede leer en la inscripción de la puerta).
Dinero
digital
El
propietario, Joerg Platze, un alemán de origen estadounidense (su
padre era texano), se convirtió en una especie de evangelizador de
la moneda digital: gracias a él, un buen número de comercios del
barrio muestran hoy la pegatina con la inscripción "Aceptamos
bitcoins". "Para mí ante todo es una cuestión práctica:
es muy rápido y más económico", asegura: al contrario que con
la tarjeta de crédito, por ejemplo, la transacción no genera ningún
gasto.
Cassandra
Wintgens, de 41 años, estudió en una escuela de hostelería,
trabajó en el sector de la restauración y ahora es propietaria del
hostal Lekkerurlaub. El sistema de pago de Bitcoin encuadra a la
perfección con su concepto de hostelería alternativa, que se
desmarca de la tradicional con habitaciones a precios reducidos,
alimentos biológicos, wifi y la adopción de una moneda que no
transita por los bancos. "Nuestro primer huésped llegó a
finales de mayo. Nos dijo que había leído que podía pagar en
bitcoins y que por ello había elegido nuestro hotel". La
habitación individual cuesta 0,52 bitcoins, es decir, 40 euros, en
comparación con los 0,85, o 65 euros, de una doble. Las facturas del
hotel prevén ya el pago en bitcoins y a finales del año bastará
con convertir la moneda para la declaración de ingresos, como
explicaba un asesor.
Cotización
fluctuante
Sin
embargo, lejos del paraíso de Graefekiez, la realidad parece un
tanto distinta. La moneda virtual ya circula en los mercados
financieros: la ausencia de un banco central que controle su
cotización la hace extremadamente fluctuante, una situación con la
que atrae y asusta a partes iguales a los inversores aventureros.
Phylax
es una empresa alemana de asesoría financiera que ofrece asistencia
tecnológica a sus clientes y que en los últimos años se ha
especializado en el sistema de pago Bitcoin. "El sistema bitcoin
nos empezó a llamar la atención hace ya dos años y nos ha parecido
una experiencia interesante: nos sedujo la idea de una moneda
descentralizada, sin banco central de referencia, con la que cada
persona es partícipe del proceso de creación de la nueva divisa",
explica Fridhelm Schmitt, director general de Phylax. Por entonces,
el bitcoin se cotizaba a dos euros y Phylax presintió su potencial:
la empresa adquirió entonces bitcoins por una cantidad de 8 a 10
euros antes de venderlos a entre 45 y 85 euros. Lo que motivó su
venta fue la volatilidad de la cotización.
Según
los cálculos de Phylax, un valor "razonable" sería
actualmente de 45 euros [por un bitcoin]. "Entiendo todas las
inquietudes que suscita esta experiencia: es cierto que se puede
perder mucho dinero con el bitcoin actualmente [en los mercados
financieros]. Pero no es una estafa, es una moneda real. Lo que
ocurre es que la gente confunde la estafa con el riesgo, que es lo
que caracteriza a los mercados". En opinión de Fridhelm
Schmitt, el principal riesgo es que "algún día" se
falsifique. "Actualmente existen muchos estudios sobre esta
posibilidad, pero ahora mismo la falsificación es imposible",
aclara.
Fuente : presseurop
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
gracias por comentar: