Hay
vida más allá del Bitcoin. Aunque es la reina indiscutible de las
criptomonedas, por su dominación total del mercado y, sobre todo,
por su condición de divisa descentralizada, su existencia forma
parte de un movimiento social más antiguo.
La
sociedad siempre ha tratado de crear mecanismos alternativos para
formalizar intercambios comerciales.
El
propio trueque, que hoy ha derivado en la variante del etrueque -una
tendencia donde, precisamente, se enmarcan todas las mayoría de
monedas virtuales locales- puede considerarse, en esencia, un
antecedente del dinero de internet.
Hoy,
son infinitas las plataformas que permiten canjear, como en un
casino, el dinero convencional por algún tipo de divisa. Es un
modelo que permite monetizar a los usuarios haciendo que, a cambio de
dinero, puedan adquirir distintos servicios internos. Facebook lo
intentó con sus Facebook Credits, pero fue un fracaso, y en 2012
fueron retirados. En otras plataformas más especializadas, como
Busuu, la red social para aprender idiomas; o Badoo, una red social
de contactos, funcionan con relativo éxito. En la misma línea,
también Amazon lanzó hace pocas semanas su Amazon Coin, una moneda
virtual interna para comprar en la tienda de la plataforma.
"Después
llegó la filosofía P2P, la tendencia de los intercambios de
ficheros entre personas, que originó la idea de que también se
podía intercambiar valor, compensando a los que generan más
información", recuerda Juan Ramón Caridad.
El
modelo de redes P2P es la base de la nueva ola de monedas virtuales
de carácter universal. En ellas se basa el bitcoin, pero la
criptomoneda por excelencia tiene muchos hermanos pequeños, entre
las que destaca litecoin. Si el bitcoin es considerado como el oro
del dinero digital, litecoin sería la plata. Entre sus bondades, sus
usuarios destacan la posibilidad de generar divisas con tipos de
hardware mucho menos complejos. Además, su limite de emisión se ha
fijado en los 84 millones de unidades, mientras que el máximo del
bitcoin está en 21 millones.
Hay
muchos más ejemplos, uno de los más relevantes PPCoin, una divisa
que en la actualidad cuenta con un mercado de más de tres millones y
medio de dólares, aunque la lista de imitadores es muy larga, con
casos como Terracoin, IxCoin, Devcoin, Freicoin o I0coin. Todas ellas
están basadas en el mismo modelo que el bitcoin, aunque con alguna
particularidad.
Dropis,
una moneda virtual creada especialmente para el intercambio de bienes
y servicios que lleva tres meses operando en Italia. “Intentamos ir
un paso más allá de los bancos de tiempo permitiendo que la gente
pueda adquirir cosas y servicios con los Dropis que acumulan. Tenemos
el ejemplo reciente de un pintor que recibió la mitad de sus
honorarios en Dropis y la otra mitad en euros. Una chica vendió ropa
y usó nuestra moneda para contratar a un fontanero. No estamos
intentando reemplazar el euro. Se trata de crear entornos para que
fluya la liquidez entre los ciudadanos”.
Hacerse
con ellos requiere ofrecer servicios que te permitan acumularlos. “No
se pueden comprar aunque el valor de un Dropi es equivalente a un
euro”.
Más
allá de lo online, si los primeros modelos de divisas sociales, como
el wir, nacieron para crear sistemas monetarios alternativos, las
divisas virtuales centralizadas y de carácter local persiguen el
mismo objetivo. La única diferencia es que son digitales. Entre los
últimos lanzamientos de este tipo destaca uno español, el drago
canario, una divisa virtual -funciona con el software Cyclos que
plantea la creación de un sistema monetario insular en La Palma con
el fin de dinamizar la economía y reactivar el comercio, bajo el
control de lo que su creador, el joven informático Carlos Pérez, ha
bautizado como Dragobanco.
Igual
que en el caso de los imitadores del bitcoin, existen en el mundo
muchos ejemplos parecidos. Entre ellos, en España también existe el
ECO, una divisa virtual barcelonesa que, como su homónima canaria,
pretende potenciar el comercio local.
En
términos supranacionales, es imprescindible nombrar al Sucre, una
divisa virtual creada por las naciones que forman parte de la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), con la
intención de disminuir la influencia del dolar en la región. En
2012, las operaciones realizadas mediante esta divisa ascendieron a
845 millones de euros (825 millones de sucres).
"No
se trata tanto de crear una moneda alternativa como de generar
confianza. Lo complicado, por ejemplo, si hablamos del bitcoin, es
que se basa en la emisión de un número limitado. Si tiene éxito,
entonces cada unidad acumula demasiado valor, y deja de ser ágil. Y
si no acumulan valor, pierden éxito de difusión. Puedes pensar que
un tulipán vale 8.500 florines, pero si hay una crisis de confianza,
entonces te das cuenta de la seguridad que aportan los bancos
centrales", concluye Juan Ramón Caridad.
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