El Bitcoin, en el contexto de crisis sistémica de Occidente, se
presenta cada día con más capacidad para suceder a las divisas
fiduciarias improvisadas. "en 1971, la suspensión temporal así
la calificó Richard Nixon del patrón oro ha durado cuatro décadas,
más de lo que ningún economista podía haber previsto en su día".
La
fluctuación arbitraria de las monedas según la percepción de los
mercados, o la impresión ilimitada de dólares para sostener la
hegemonía norteamericana eran conceptos nuevos en aquella época.
En
los próximos meses o años comprobaremos si el bitcoin desplaza o no
a las monedas fiduciarias en crisis, pero lo que nadie parece haber
reflexionado son las consecuencias insospechadas de una economía
global basada en el bitcoin, o una evolución del mismo.
En
este artículo voy a razonar los sorprendentes cambios que se
producirían -en nuestra sociedad y en el mundo entero- si el bitcoin
cobrara importancia como moneda internacional. Dichos cambios se
producirían tanto a nivel doméstico, como estatal, como
internacional.
I.
CONSECUENCIAS PARA LA ECONOMÍA DOMÉSTICA
1.
La custodia del bitcoin no se puede delegar
Desde
la creación del bitcoin en 2008, se han robado el 10% de todos los
bitcoins creados. Es una proporción enorme, pero que se explica
fácilmente por los siguientes hechos:
- los bitcoins se pueden robar simplemente con acceder a las copias de seguridad de las claves privadas de los monederos,
- es imposible revertir una orden de transferencia de bitcoins,
- los monederos se crean ilimitadamente, y son perfectamente anónimos, así que no habría posibilidad de identificar al receptor de los bitcoins creados (cada usuario puede tener tantos monederos como quiera).
En
un entorno empresarial, y aún más en el gubernamental, no hay
manera de evitar que unos monederos mantenidos por un grupo de
individios mínimamente numeroso (>3) permanezcan intactos.
2.
El sistema financiero minorista desaparece
El
sistema financiero minorista, el de la atención al ciudadano
compuesto de bancos comerciales y cajas de ahorros, desaparecería
ante dos hechos curiosos:
- no se podría prometer el pago de intereses sobre una moneda de creación limitada, ya que nunca se creará suficiente dinero como para pagar los intereses (desaparece el incentivo de la rentabilidad para que los ciudadanos depositen sus bitcoins),
- el dinero en el banco estaría menos seguro que en manos de los particulares ya que, como hemos comentado antes, un trabajador del banco podría copiar las claves privadas y hacer desaparecer todo el dinero de la entidad, sin que haya posibilidad de recuperarlo.
3.
¿Circulación paralela del bitcoin?
La
historia económica demuestra que cuando varias monedas circulan en
paralero en una economía, los usuarios tienden a atesorar la
percibida como más valiosa, y a gastar la otra. Esto pasaba con el
sistema bimetalico de la Unión Monetaria Latina, y fue uno de los
motivos de su caída.
En
una hipotética economía que funcionara simultáneamente en euros y
en bitcoins, en donde este último tuviera expectativas de
revalorización, los comerciantes preferirían cobrar en bitcoins,
pero los clientes preferirían pagar con euros. Esta falta de
encuentro entre vendedores y compradores empujaría a la baja el
precio del euro, y al alza el del bitcoin.
Los
medios de pago electrónicos mediante móvil (NFC) facilitarán la
elección transparente de moneda de pago, así que lo normal sería
una apreciación continua del bitcoin hasta que el euro dejara de
tener casi valor. Al cabo de un tiempo, el euro podría dejar de
tener uso cotidiano, y convertirse en una moneda estatal de uso
fiscal.
II.
CONSECUENCIAS PARA LOS ESTADOS
1.
Los estados pierden el poder de la creación del dinero
Todos
hemos leído que la creación de bitcoins está limitada a 21
millones, y que dicho límite se alcanzará aproximadamente en el año
2140.
En
cualquier caso, este límite viene del hecho de que se crean bitcoins
a un ritmo decreciente asintótico que tiende a 21 millones de BTC.
Desde 2008, año de creación del bitcoin, se han ido creando 50 BTC
cada 10 minutos. Al transurrir cuatro años, el 16 de noviembre de
2012, el ritmo se dividió por 2, siendo ahora y hasta noviembre de
2016 de 25 BTC cada 10 minutos.
Así,
en los primeros cuatro años se crearon 4×365,25x24x6x50= 10.519.200
BTC, y hasta 2016 se crearán otros 5.259.600 BTC, y hasta 2020 otros
2.629.800 BTC, y así sucesivamente.
Es
el consenso de la comunidad de “mineros” de bitcoins lo que
mantiene ese dogma original inmutable. Pero nada impide pensar que
“La Comunidad” no vaya a decidir en un futuro próximo mantener
el ritmo actual (25BTC/10min) de manera indefinida para reducir algo
el carácter deflacionario de la moneda, y para compensar la
destrucción accidental de bitcoins (cuando se pierde una clave
privada de un monedero se pierden irremisiblemente los bitcoins allí
contenidos). En cualquier caso, a diferencia de las monedas
fiduciarias de las últimas 4 décadas, los estados no van a tener el
poder de crear bitcoins con el que financiarse por el clásico método
del señoreaje.
2.
Cambio radical en el sistema de recaudación fiscal
El
bitcoin tiene muchas características que lo hacen único. Los
anglosajones lo califican de “digital cash” porque es tan anónimo
como el dinero en metálico, pero sirve además para los pagos por
internet.
Hasta
ahora, cualquier transacción de dinero a distancia implicaba una
comisión para alguna de las partes -emisor o receptor- y tenía que
pasar por un sistema centralizado y supervisable por los gobiernos y
los bancos centrales: transferencia bancaria, giro postal, VISA,
PayPal, Western Union, SWIFT, etc. Así, los estados podían ejercer
un control sobre la actividad económica de cara a la aplicación de
los impuestos, al igual que para impedir las actividades ilegales.
Esto
quedó en evidencia con la cruzada internacional del gobierno
norteamericano para asfixiar económicamente a Wikileaks.
Consiguieron bloquear absolutamente todas las vías de donación a
esta ONG, salvo la transferencia de bitcoins. Fue ese día cuando el
bitcoin demostró, a quien estuviera atento, que era un invento útil
y con mucho futuro. Pese a que la recaudación de impuestos tiene el
objetivo fundamental de sostener el estado del bienestar
redistrubuyendo la riqueza, el clientelismo de la clase política
para con los poderosos ha hecho que tanto las grandes empresas como
las grandes fortunas estén prácticamente exentas de impuestos,
siendo la clase trabajadora la que soporta todo el peso del estado.
Según
GESTHA, el Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda, el 72%
de la defraudación fiscal la realizan las grandes empresas y las
grandes fortunas, y esto sin contar con la elusión fiscal y con la
legislación a medida que hace que quienes más ganan paguen menos.
La libertad de movimiento de capitales para acceder a los paraísos
fiscales es una libertad que disfrutan más las fortunas que las
economías familiares.
Los
bitcoins se pueden transferir sin comisión alguna de manera global
para comprar bienes o servicios sin que el fisco tenga conocimiento.
El receptor de los bitcoins puede a su vez gastar sus ingresos en
bitcoins, creando de esta manera toda una cadena opaca de economía
sumergida al alcance también de los particulares y de las pequeñas
empresas, algo muy atractivo en tiempos de crisis.
De
esta manera, la opacidad ante el fisco no sería patrimonio de las
grandes concentraciones de capital, sino también de los ciudadanos
comunes. La consecuencia de esto sería el hundimiento definitivo de
la recaudación fiscal de los estados, al menos tal y como la
conocemos ahora.
En
consecuencia, y ante la dificultad para conocer las rentas del
trabajo y del capital, el estado no tendría más remedio que imponer
los impuestos en base al patrimonio no dinerario (mueble e inmueble),
ya que no se puedrán conocer los saldos en bitcoins de los
contribuyentes. Es un cambio de paradigma, puesto que hoy en día el
patrimonio está prácticamente exento del pago de impuestos, y es el
trabajo quien tributa. Así, las fortunas se perpetúan en el tiempo,
sin contribuir al sostenimiento del estado, pero ejerciendo una clara
influencia sobre la clase política y los medios de comunicación.
Un
ejemplo de sistema tributario consistiría en considerar básico un
determinado patrimonio (una vivienda de valor medio, un coche y poco
más) que quedaría exento, pero lo que superara este humbral sería
tasado al 5% anual. Esto sería un verdadero incentivo para
fragmentar la concentración patrimonial, y sospecho que este sistema
impositivo sería mucho más justo para la sociedad, y la pesadilla
de las grandes fortunas.
3.
Creación de una moneda fiscal
Teniendo
en cuenta la imposibilidad en la delegación colectiva de la custodia
de bitcoins tratada más arriba (por la facilidad de robo de los
mismos que da el anonimato), los estados no podrían funcionar con
bitcoins.
El
estado tendría una moneda propia exigible para cobrar los impuestos,
y que los ciudadanos podrían comprarse entre sí a cambio de
bitcoins, o intercamiarla en casas de cambio. Esta moneda no sería
de aceptación obligada, salvo para quienes cobraran de la
administración (empresas, funcionarios, subvenciones, pensiones y
subsidios), y su valor se mantendría por la única razón de servir
para extinguir la deuda fiscal con el estado.
Si
el estado creara demasiada moneda fiscal, su valor se hundiría ya
que sobraría dinero fiscal para pagar los impuestos. Así, el flujo
circular del dinero fiscal comenzaría con el gasto público, los
receptores de ese dinero lo llevarían a las casas de cambio
(exchanges online) que suministrarían bitcoins a cambio de dinero
fiscal, mientras que los contribuyentes que debieran tributar por su
patrimonio comprarían esta moneda fiscal para pagar sus impuestos.
No
hace falta decir que el dinero fiscal podría ser perfectamente
digital en su integridad, ya que el dinero de uso común sería el
bitcoin, que sin ser físico es tan anónimo como el metálico. El
coste de mantener un sistema físico de monedas y billetes es
considerable, así que el “digital cash” (el metálico digital)
proporcionaría una alternativa muy económica.
III.
CONSECUENCIAS PARA EL COMERCIO INTERNACIONAL
1.
El bitcoin se convertiría en la moneda de comercio internacional
el
“PETROBITCOIN”. Ante la progresiva pérdida de valor del dólar
de las últimas cuatro décadas, y ante la ausencia de otra divisa
nacional con capacidad real para sucederla, los países exportadores
de petróleo bien podrían exigir el pago del crudo en bitcoins, que
pasarían a ser “petrobitcoins”. Esto lo convertiría de la noche
a la mañana en la divisa más importante para el comercio
internacional. En efecto, el petrobitcoin les permitiría acumular
valor sin preocuparse de la continua inflación del dólar.
La
estrategia de las últimas décadas para contrarrestar esta imparable
devaluación del billete verde ha consistido en crear fondos de
inversión soberanos que han invertido en industria y en
infraestructuras por todo occidente. Pero los monarcas petroleros
saben perfectamente que en caso de colapso financiero occidental, sus
clientes podrían perfectamente expropiar todas esas propiedades, e
incluso invadir sus países desérticos y mal defendidos con tal de
abastecerse de petróleo. Sus cuentas en Suiza, Luxemburgo, Londres e
incluso las reservas de oro en lingotes podrían ser requisadas. El
único dinero o valor a salvo de la expropiación, devaluación,
requisación o incluso invasión es el bitcoin.
¿Será
la escalada actual del valor del bitcoin una consecuencia de los
petrodólares saudíes o cataríes? Lo dudo, pero no creo que tarde
en llegar el día en que las monarquías de Oriente Medio, o incluso
Rusia, declaren su interés por el bitcoin.
2.
¿El bitcoin se conviertiría en la moneda de reserva?
Esto
no lo veo tan claro. Parece evidente que si una moneda se usa para el
comercio internacional, también vaya a ser utilizada para las
reservas nacionales de los distintos países. La primera
consideración que hay que hacer es que las reservas de los bancos
centrales son necesarias desde el momento en que hay necesidad de
cambiar la moneda nacional por una extranjera para importar bienes.
Los Estado Unidos no necesitan reservas de dólares, ya que los
pueden crear a demanda. No les pasa lo mismo al resto de los países
del planeta.
Si
el bitcoin fuera la divisa universal, como lo fueron el oro y la
plata durante siglos, no harían falta los bancos centrales. Los
bancos centrales nacen para controlar los sistemas monetarios basados
en billetes sin valor intrínseco, el llamado papel-moneda
gubernamental.
3.
Se nivelarían las balanzas comerciales
Las
cotizaciones entre las divisas de distintos países tienen un efecto
dramático sobre el nivel de vida de sus habitantes. Los casos
extremos son China y Estados Unidos. China tiene un yuán
infravalorado gracias al cual exporta bienes a todo el planeta. El
dinero, principalmente dólares, fluye hacia su economía pero el
gobierno impide la revalorización de su divisa comprando con las
reservas bonos norteamericanos. Los ciudadanos chinos no pueden
importar bienes extranjeros, ya que con el tipo de cambio presente
son prohibitivos.
Estados
Unidos, en cambio, tiene una balanza comercial insostenible. El valor
del dólar es tan alto que compran demasiados bienes al exterior (ya
que resultan baratos) y el país se desindustrializa. Los ciudadanos
norteamericanos están viviendo “por encima de sus posibilidades”
sin ser culpables de ello, debido a que sus dirigentes mantienen una
divisa demasiado cara, exactamente igual que pasa con los ciudadanos
españoles dentro del euro. La consecuencia es que el capital sale
del país, y vuelve solo en forma de crédito o deuda, que no es más
que un anticipo de riqueza a costa de la riqueza futura.
El
bitcoin, al igual que hizo el patrón oro en su día, impide que se
sostengan estos desequilibrios comerciales durante mucho tiempo. En
cuanto una cantidad suficiente de bitcoins fluyera a los países
exportadores, los países importadores se enfrentarían a una
carencia de moneda que generaría una crisis de deflación interna
(reajuste a la baja de salarios y precios). Esto habría puesto en su
sitio a Estados Unidos ya en 1971, imposibilitado económicamente su
política de dominación militar con bases por todo el planeta y su
injerencia política internacional a base de financiar
mayoritariamente las instituciones internacionales clientelistas
(FMI, BM, OCDE) y a los regímenes y movimientos de oposición afines
a sus intereses (mediante la NED, National Endowment for Democracy).
La
deflación interna que vivimos en la Europa del euro es mucho más
grave que la que ocasionaría el bitcoin (o el patrón oro
anteriormente), ya que llega tras el pinchazo de una burbuja
crediticia (con sus burbujas asociadas, como la inmobiliaria) que no
se habría podido producir con el bitcoin. La reajuste de una
economía basada en el bitcoin se habría producido 10 años antes y
habría sido menos profunda.
IV.
CONCLUSIÓN
Como
hemos podido constatar, el bitcoin tiene un poder rupturista inmenso
sobre el estatus quo establecido, potenciado por el hecho de que su
creación ha coincidido con el ocaso de un sistema monetario
fiduciario internacional que da muestras de agotamiento, tanto a
nivel interno de los países de Occidente, como a nivel externo con
la voluntad de los países emergentes de acabar con la supremacía
del petrodólar. El bitcoin, si sigue el actual ritmo de apreciación,
no debería tardar en ser percibido como una amenaza para la
hegemonía estadounidense, y el conjunto de monedas nacionales
fiduciarias. El interés de los países BRICS, o de los de la OPEP
podría marcar un punto de inflexión a partir del cual el bitcoin
sea declarado como enemigo de Occidente, el eje del mal en versión
monetaria.
Fuente :
Desgobierno
Muy interessante, profundo y claro!! Ya lo pegue en mi muro!! de bitcoin uruguay. Perdón, te conozo de el bitcoin en español, puede ser? 27marce
ResponderBorrarSaludos, no hay problema todos los artículos son de libre uso lo podes compartir.
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