Después
de semanas marcadas por fallas tecnológicas, problemas regulatorios
y preguntas generales sobre su viabilidad, la moneda virtual bitcoin
está en medio de la peor crisis desde que fue propuesta en un ensayo
en 2008.
El
tumulto representa un punto de inflexión. La forma en que la moneda
virtual y su ecosistema reaccionen a los problemas podría determinar
si todo el experimento se convierte en una fiebre pasajera o si se
transforma en una innovación tecnológica histórica como el correo
electrónico.
En
resumen: bitcoin es una moneda virtual. No está respaldada por
gobiernos o bancos centrales y existe sólo en Internet. De hecho, es
tan misteriosa que nadie sabe quién la desarrolló. Tampoco se
acuña. Los usuarios acumulan bitcoins al usar algoritmos de
computadora para resolver problemas matemáticos complejos.
Intercambian las monedas entre ellos o las gastan en artículos como
boletos para partidos de basquetbol o compras en Internet.
Durante
los últimos tres años, el bitcoin pasó del terreno de los expertos
en tecnología al público en general. Su precio se disparó a las
nubes desde los pocos centavos que valía en 2011 hasta un máximo de
más de US$1.100 la unidad en diciembre de 2013. Más y más
comercios comenzaron a aceptarla. Y sus amigos y enemigos más
entusiasmados incluso predijeron que algún día podría reemplazar
al dólar y otras monedas tradicionales.
La
fortaleza de bitcoin se fundamenta en tres supuestas cualidades: es
anónimo, o al menos pseudo anónimo (las transacciones son
registradas pero la identidad de las partes está cifrada); es
difícil de vulnerar informáticamente, y elimina a intermediarios
financieros como los bancos. Meyer Malka, cuyo fondo de inversión de
capital de riesgo Ribbit Capital invierte en firmas relacionadas con
bitcoin, afirma que las monedas virtuales son "lo más
disruptivo que he visto en los servicios financieros en mi vida".
Últimamente,
sin embargo, los tres baluartes del bitcoin quedaron en el ojo de la
tormenta. Su anonimato llamó la atención de reguladores y agencias
del orden público debido a presuntos lavados de dinero. Su inmunidad
a los ataques cibernéticos fue cuestionada la semana pasada cuando
las tres principales bolsas de bitcoin tuvieron problemas.
Igualmente,
el lugar de la moneda en la periferia del sistema financiero resultó
una limitación porque la mayoría de los bancos se niegan a
facilitar transacciones de bitcoin. Por si esto fuera poco, el precio
de bitcoin ahora es casi la mitad de lo que valía en su punto
máximo.
Ajay
Banga, presidente ejecutivo de MasterCard Inc., habló por muchos
escépticos la semana pasada cuando dijo en una entrevista: "Al
mundo no le faltan monedas, así que, ¿qué resuelve esta divisa?".
Esa es una pregunta crucial. Para tener éxito, bitcoin debe ser más
útil que los sistemas de pago actuales.
Dos
aplicaciones posibles podrían incorporar las monedas virtuales en la
infraestructura financiera de una forma que sea complementaria con
las formas de pago existentes.
La
primera es como conductos para pequeñas transacciones
internacionales como las remesas de personas que trabajan fuera de su
país. El bitcoin podría reducir tanto el costo como el tiempo que
requieren esos pagos. Para Antonio Polemitis, esto significa que los
consumidores se deberían regocijar, y las firmas de transferencias
de dinero como Western Union Co. y MoneyGram International Inc. se
deberían preocupar. "El bitcoin es como el correo electrónico
y el resto es como la oficina de correo", afirma Polimitis,
quien dirige Ledra capital LLC, una oficina familiar que busca
invertir en bitcoin.
El
segundo uso potencial tiene más que ver con el futuro. Defensores
como Malka consideran que bitcoin es más que sólo una moneda usada
para almacenar valor. Para ellos, es una plataforma financiera
abierta que podría guardar grandes cantidades de tipos de datos en
un libro contable seguro y universal. Desde pagos de peajes hasta
certificados de propiedad de autos y casa, el bitcoin podría usarse
como un lugar para almacenar información financiera y personal de
forma independiente, segura y confiable.
"No
es un experimento tecnológico, es una sociedad experimental",
afirma Malka. Suena un poco descabellado. Incluso los evangelistas de
bitcoin reconocen que esto sólo podría suceder si se materializan
tres condiciones. Primero, la infraestructura actual —mayormente
anónima, anclada por bolsas extranjeras sin regulación y vulnerable
a la manipulación de delincuentes— debe ser reformada a través de
la creación de bolsas estadounidenses supervisadas por autoridades
financieras.
En
segundo lugar, el dinero institucional como los fondos de pensiones
deberá invertir en bitcoin para limitar su extrema volatilidad de
precios. Y en tercer lugar, asimismo, los bancos deberán considerar
al bitcoin como un medio de pago legítimo y permitir que los
clientes lo intercambien por dólares y centavos. Nada de eso puede
darse por sentado, y ninguno de esos requisitos implicaría que
bitcoin se convierta en un sustituto del dólar. No obstante, detrás
de todo el revuelo y el temor, hay una posibilidad real de que el
bitcoin juegue un rol importante en la industria financiera del
futuro.
Fuente : wsj
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