Las desigualdades han aumentado a
medida que la población con acceso a la educación ha capitalizado
una nueva economía del conocimiento, mientras que otros no tienen ni
la formación ni el capital cultural.
Los
informes más recientes han arrojado que más
de la mitad de la población mundial tendrá acceso a Internet
en 2017 y líderes tecnológicos de la talla de Eric Smidt se han
atrevido a vaticinar que a finales de esta década todos en la Tierra
estaremos conectados.
Igualdad,
democratización, semejanza
son algunos conceptos con frecuencia asociados a las tecnologías
digitales, ¿pero son de verdad conceptos reales? Uno de los mitos
persistentes acerca de la tecnología es que hace que la sociedad
sea más igualitaria.
De
acuerdo a la información de The Atlantic, este año en un discurso
sobre medios de comunicación y tecnología, el secretario de
Educación de EE.UU, Arne Duncan, afirmó que “la
tecnología puede nivelar el campo de actuación para las minorías,
los ciudadanos de más bajos ingresos y los estudiantes de las zonas
rurales”.
Sin
embargo, en un artículo de 2005, The Economist señaló que la
brecha digital es síntoma de la división más profunda que hay en
las sociedades por
cuestiones de ingresos, desarrollo y alfabetización. “Por lo
tanto, aunque se pueda hacer llegar un ordenador a todos los hogares
de la Tierra, no se
logrará mucho: un
ordenador no es útil si no se tiene comida ni electricidad y no se
puede leer”, apuntaba el artículo del diario estadounidense.
Las
desigualdades han aumentado
a medida que la población con acceso a la educación ha capitalizado
una nueva economía del conocimiento, mientras que otros no tienen ni
la formación ni el capital cultural.
La
tecnología, por supuesto, crea nuevas posibilidades y
reduce las barreras de la información y la comunicación.
No obstante, constantemente, las barreras se reducen más para unos
que para otros precisamente porque la brecha digital es el resultado
de esas otras divisiones,
como ha puesto de manifiesto Mark Graham, investigador del Instituto
de Internet de Oxford.
Graham
ha estudiado la representación insuficiente de los contenidos
digitales en los países más
pobres y en los barrios más humildes.
“En
un mundo donde el marketing es cada vez más virtual, los
que tienen menos aptitudes digitales son literalmente invisibles
para los posibles clientes que navegan por el mundo a través de
mapas digitales”, ha concluido el investigador. Las tecnologías
digitales ofrecen posibilidades, pero estas posibilidades se deben
poder convertir en realidad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
gracias por comentar: